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Respuesta a la Ponencia:
El modelo integrado de mejora de la convivencia en centros escolares. Juan Carlos Torrego Seijo. Universidad de Alcalá. II Congreso Virtual de Educación en Valores. El Acoso Escolar, un reto para la Convivencia en el Centro
En primer lugar, quiero felicitar a la organización de este congreso por la magnífica oportunidad que nos ha brindado de poder compartir ideas y experiencias en un tema tan relevante como es la convivencia en los centros educativos. Y también deseo felicitar a los congresistas y agradecer sus interesantes aportaciones, fruto de su experiencia y de la reflexión a partir de los contenidos presentados en el congreso.
A lo largo de los días en que ha estado abierto el foro, he seguido con interés el debate suscitado, y quiero agradecer muy sinceramente las muestras de acuerdo con el contenido de la ponencia presentada, así como las discrepancias o dudas planteadas por algunos asistentes. De hecho, estamos seguros de que en este tema tan complejo, nadie puede estar en posesión de la verdad absoluta, y es fundamental mantener los ojos abiertos y la mente alerta, con el objeto de revisar y mejorar constantemente nuestras aportaciones.
Trataré de responder brevemente a las cuestiones planteadas, si bien no pretendo ofrecer una segunda ponencia. Por ello, he tratado de agrupar las cuestiones debatidas en diferentes apartados, que trataré de sintetizar.
Por lo que he podido observar a lo largo de las diferentes intervenciones, existe un acuerdo mayoritario en que es necesario buscar una alternativa al modelo de gestión de la convivencia predominante en nuestros centros educativos, y ello conlleva revisar las debilidades y fortalezas de cada una de las actuaciones y medidas que más se suelen utilizar, y el establecimiento de un modelo que integre las ventajas de cada una de ellas. Creo que esta idea ha quedado suficientemente clara en este debate, y es asumida por la casi totalidad de los congresistas. Sin embargo, se plantean una serie de dudas y dificultades que es necesario considerar:
- Son varios los participantes que aluden a la falta de implicación de un sector del profesorado, que no asume su responsabilidad en este sentido. Se mencionan términos como inercia, falta de concienciación, tendencia a mirar hacia otro lado, resistencia al cambio… Esta es una realidad que no podemos ignorar, pero la respuesta a ello se ha planteado en el propio debate, a través del interés suscitado por el tema y la mención a diferentes iniciativas que se están poniendo en marcha en diferentes Comunidades Autónomas. En este sentido, parece haber discrepancias de opinión respecto a la importancia que el profesorado en general otorga a los temas de Convivencia (puntos de vista más o menos optimistas). Sea cual fuere el sentir general, consideramos que un tema de tanto calado merece aunar esfuerzos por buscar soluciones, aunque en principio no se cuente con un apoyo mayoritario. Al fin y al cabo, se trata de un reto profesional que nos plantea el panorama actual de nuestras aulas, y aunque las dificultades que se encuentran hoy en día los profesores puedan llevarles al desánimo o el desaliento, es necesario buscar fórmulas para seguir adelante. Esta ha sido la guía que ha marcado nuestra propuesta, ya que, como comenta una de las congresistas, ante situaciones nuevas es necesario buscar soluciones nuevas.
- Respecto al tema de si se trata o no de una cuestión relevante en la actualidad educativa, se han planteado opiniones dispares, tanto respecto a la incidencia de hechos conflictivos como a la importancia que desde el profesorado se le otorga. En este sentido existe mucha dispersión de datos, por lo que es difícil hacer afirmaciones concluyentes. Sin embargo, independientemente de los datos cuantitativos, es un hecho que preocupa a la sociedad y que requiere un abordaje que contribuya a analizar la situación y buscar soluciones.
- Algunas opiniones planteadas desde una perspectiva menos optimista, señalaban el determinismo de ciertas actitudes y las dificultades de poder realizar cambios positivos en algunas personas (“las personalidades de agresor y víctima nunca cambiarán”). En este sentido, no debemos olvidar que estamos tratando de conflictos entre menores de edad (en la mayoría de los casos), y que negar el cambio es negar la propia esencia de la educación.
- Otro tema que se plantea en este apartado inicial de “dificultades” hace referencia al protagonismo otorgado a los alumnos en el tema de elaboración de normas (¿están preparados los alumnos para elaborar sus propias normas?). En este sentido, cabe recordar la importancia de un marco normativo regulado que debe ser asumido por todos, a partir del cual se elaboran las normas de aula y de centro. No se discute la necesidad de unas normas básicas (en efecto, la existencia de las mismas es un elemento de unión y de seguridad), pero éstas han de concretarse en unas normas más próximas y concretas, que han de ser elaboradas con el consenso de todos. El ejercicio de la participación fomenta el desarrollo moral y el sentido de pertenencia y ayuda a interiorizar un sistema de normas necesarias para la convivencia pacífica. Esto debe concretarse en función de la edad de los alumnos, ya que no cabe duda de que con alumnos de menor edad, como recordaba una congresista, es difícil abordar esta tarea. En este sentido, nosotros concebimos la elaboración participativa de normas como un proceso de autorregulación, en el que las normas se convierten en objeto de aprendizaje.
- Estamos de acuerdo con las opiniones planteadas respecto a la conveniencia de que los temas de convivencia sean contemplados como contenido formativo en sí mismos. En este sentido, el Plan de Acción Tutorial puede ser un espacio ideal para el desarrollo de actividades destinadas a fomentar el desarrollo moral y potenciar actitudes positivas , favoreciendo de este modo un entorno protector y preventivo de cara a una convivencia sana y pacífica. Sin embargo, no debemos pensar que éste es el único espacio idóneo para abordar estos temas, ya que ello podría conducir a una cierta delegación de responsabilidades ( en este caso hacia el tutor o el orientador). Todos los profesores deberían incorporar estos contenidos en las áreas que imparten, de modo que la cultura de paz y diálogo impregne realmente el estilo del centro. Pero además, pensamos que la incorporación del modelo integrado potenciará el desarrollo moral, lo cual es coherente con un planteamiento de verdadera educación cívica. Desde esta perspectiva, estas cuestiones exigen una estructura que elabore materiales y plantee sugerencias, y ésta puede ser una de las tareas del EMTC.
- Al hilo de lo anterior, es importante recordar, como han hecho varios congresistas, la importancia de la coordinación del profesorado, en un proceso constante de contextualización y de autorrevisión crítica. Estamos de acuerdo con la conveniencia de elaborar protocolos consensuados, y estructurar un marco de intervención para abordar los problemas de convivencia, ya que ello generará mayor seguridad y control en los centros.
- Estamos de acuerdo con la idea planteada por algunos participantes respecto a la necesidad del modelo punitivo en determinadas ocasiones. En efecto, ciertas situaciones requieren adoptar medidas correctoras y ejemplarizantes, y por ello el modelo integrado trata de recoger las fortalezas de este modelo, pero tratando de eludir sus inconvenientes, si se aplica como modelo único. El modelo integrado que planteamos no trata de eliminar los castigos o las sanciones, por el contrario, defiende su necesidad y pertinencia. Y es cierto que puede haber determinadas faltas graves que no sean susceptibles de ser resueltas de otra manera. Sin embargo, defendemos que, siempre que sea posible, exista la opción de recurrir a una vía de diálogo, porque, como hemos defendido, es necesario abordar el conflicto en profundidad, y ello pasa por analizar y reflexionar sobre el mismo. Como sintetiza uno de los asistentes, “no se olvida la necesidad de mantener un marco disciplinario claro”, pero éste debe ir acompañado de “un acuerdo participativo de toda la comunidad”.
- Respecto al modelo relacional puro, éste plantea una solución en el marco privado, pero puede favorecer impunidad e ir en menoscabo del efecto ejemplarizante necesario, por lo que discrepamos respecto a la propuesta de que sea el que se aplique como paso previo al modelo integrado.
- Estamos totalmente de acuerdo en que el modelo que predomina, sobre todo en los centros de secundaria, es el modelo punitivo. Tendemos a reproducir lo que hemos vivido, y a aplicar los modelos provenientes de otros campos, como es el de la justicia (justicia retributiva), lo cual no exime de hacer una valoración crítica del mismo. De hecho, también en este mismo ámbito este modelo está siendo actualmente cuestionado, proponiendo un formato más avanzado (justicia restaurativa).
- Respecto a la importancia de las familias, no cabe duda que sin su apoyo cualquier esfuerzo que se pueda realizar en los centros resulta ineficaz. Por ello, es importante fomentar la participación e implicación de las familias en el proceso educativo, favoreciendo cauces y vías de colaboración. Esta participación no debe ser vivida como una intromisión, sino, por el contrario, como una aportación necesaria si queremos transmitir a los niños y adolescentes un discurso coherente.
- Alguna de las intervenciones ha hecho hincapié en la necesidad de colaboración de otros profesionales en los temas de gestión de la convivencia. Sin duda, éste es un elemento fundamental. Dentro de lo que hemos denominado “marco protector” se destaca la necesidad de contar con recursos del entorno, desde una concepción de escuela integrada en una comunidad. El contar con la colaboración de profesionales como educadores sociales, agentes tutores y cualquiera otro que pueda aportar luz en este sentido resulta de gran utilidad. Además, el hecho de que el mensaje que intentamos transmitir a los alumnos, futuros ciudadanos activos, responsables y transformadores, sea compartido por todos los sectores (no sólo el estrictamente escolar o familiar) es un elemento más que puede contribuir a consolidar los valores que fundamentan nuestra propuesta: solidaridad, empatía, colaboración….
Algunos congresistas han planteado algunas dudas concretas que trataré de responder:
- Respecto a quiénes componen El EMTC, lo constituyen alumnos, profesores, padres y madres y personal no docente (aunque preferentemente esté formado por profesores y alumnos), dentro del marco de autonomía de cada centro.
- Uno de los congresistas plantea una cuestión relativa a por qué se afirma en la ponencia que los términos “víctima” y “agresor” son una simplificación. La razón es que, cuando se trata de intervención de mediadores, es preferible utilizar el término “partes”, ya que éste es un término más neutral, no utiliza calificativos y puede contribuir a crear un contexto más favorable para la resolución del conflicto, sin negar en ningún caso la responsabilidad diferenciada de cada uno de los protagonistas del conflicto.
Como se señala por parte de varios participantes, es evidente que una apuesta de este calado requiere un compromiso de las Administraciones Educativas, y un apoyo decidido por favorecer recursos y formación a los profesionales implicados. No se puede pensar que el voluntarismo y el buen hacer de determinados centros o determinados profesores pueden por sí solos abordar un tema tan complejo. Es necesario dotar de recursos (liberación horaria, personal de apoyo, creación de una nueva estructura dedicada a la mediación, etc) a los centros y procurar una formación inicial y continua a los profesores. En este sentido, desde la Universidad de Alcalá estamos tratando de responder a la necesidad de formación y conocimiento actualizado, a través de dos formatos:
1. Un estudio propio de la Universidad, centrado en la Mediación y resolución de conflictos en instituciones educativas.
2. Un proyecto institucional que impulsa y desarrolla la implantación del modelo integrado en diferentes centros, que incorpora formación a profesores, alumnos y personal no docente, así como la evaluación del impacto del proyecto, a través de un Proyecto de Investigación. Los datos que estamos obteniendo apuntan que los profesores consideran que el modelo integrado es una buena vía, y los alumnos se sienten orgullosos de su participación en el Proyecto.
A modo de síntesis, recordar que los objetivos de un programa de Tratamiento de Conflictos en un centro desde nuestro punto de vista deben ser:
. Favorecer la implicación de la Comunidad Educativa en la mejora de la convivencia.
. Potenciar el desarrollo de una moral autónoma en las personas.
. Evitar la polarización ganador/perdedor que siempre deja maltrecha la relación entre las partes
. Superar las contradicciones de necesidades, valores o intereses
. Potenciar formas saludables en la resolución de los conflictos, ya que la reconciliación del agresor con la víctima evita resentimientos y secuelas emocionales negativas.
. Permitir una reparación de los daños causados tanto a las personas, instituciones, o a sus bienes.
. Liberar a los individuos de la culpa, mejorando la relación.
. Transmitir desde la institución un mensaje de autoridad educativa democrática.
Finalmente, señalar que ante los gritos apocalípticos que a veces se escuchan en los centros escolares, recordando la gravedad de la situación y la incapacidad para actuar, quiero resaltar la importancia de haber compartido estas reflexiones con unos profesionales que, aun reconociendo que las cosas no son sencillas, están dispuestos a seguir trabajando por la utopía de que un mundo mejor es posible.
Para concluir, quiero compartir con vosotros una frase de Eduardo Galeano, titulado Ventana sobre la Utopía, que creo puede servir como cierre y como firme declaración de intenciones. Dice así:
“Ella está en el horizonte (…). Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.” (Eduardo Galeano).
Un cordial saludo a todos.
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